La mayoría de las personas lucen en su cuerpo unas marcas denominadas lunares, que pueden cambiarse a lo largo de nuestra vida, intensificando su color o desapareciendo. En el siglo XVII, este estudio llevó a informes más profundos y el interés más común de las personas. Se han llegado a relacionar con los signos zodiacales y, por descontado, con la influencia de la Luna en el individuo a la hora de su nacimiento.

Hay que distinguir entre lunares y antojos, que son unas manchas diferentes. Acerca del lunar hay que saber que los de color más rubio son positivos y de alguna manera inducen al portador a temas de suerte. Los de color oscuro suelen ser más negativos, y los de coloración negra resultan en algunos casos hasta funestos. Algunos lunares pueden volverse con el tiempo más oscuros, lo que pueden presagiar que la evolución del acontecimiento señalado será más negativa en tiempo venidero.

También hay que saber que son más positivos los pequeños y redondos, mientras que los alargados, generalmente marcan conflictos. En civilizaciones orientales, se consideran marcas de fortuna y el hecho de tener muchos por el cuerpo, predisponen al éxito personal.

Hay que aclarar que los lunares tampoco se pueden confundir con las pecas, que pueden aclararse, o incluso, llegar a quitarse con tratamiento de la piel. El lunar tan solo se podría extirpar por medio del bisturí. También hay que diferenciarlo de las verrugas, que no tienen nada que ver con este estudio.

El estudio general de los lunares en el cuerpo nos lleva a escribir varios capítulos aparte, pero como muestra de un resumen, nos vamos a referir a los lunares que se pueden tener en la frente. Tener lunares en el centro mismo de la frente, o tenerlos de dos en dos, o formando figuras geométricas, te pueden anticipar una serie de acontecimientos muy curiosos.


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